Quienes han tenido que vivir la desgracia del fraude dentro de las organizaciones saben bien que existen consecuencias más allá del impacto económico. Todo fraude aunque pequeño afecta de manera importante. Desde el robo de caja menor perpetrado por empleados de nivel básico, hasta los mas complejos y mediáticos casos que se han hecho públicos en los últimos años.
Además de los recursos distraídos por el acto en sí y por los costos de abogados, auditores y peritos necesarios para perseguir y cuantificar el fraude, las huellas del hecho permanecen en la entidad por largo tiempo.
La imagen de la organización y sus funcionarios se ve seriamente afectada, hay una pérdida de confianza en los procesos y las personas que quedan, lo que conlleva la virtual muerte de la cultura y de los equipos.
El fraude disminuye valor económico adicional, pues los inversionistas por temor al daño reputacional, suspenden sus aportaciones comprometidas o pretenden salir del negocio, vendiendo sus participaciones, cuyo precio en el mercado queda a la baja. En el caso de los fraudes más significativos, un velo de oscuridad se cierne sobre la credibilidad de los fundamentos estratégicos y la propuesta de valor de la Compañía para el funcionario honesto y comprometido se vuelve por lo menos difusa e incierta, por lo que, igualmente tienden a emigrar los funcionarios clave y los más valiosos clientes, así como los financiadores y proveedores estratégicos poco a poco se alejan de la Organización.
Algunos tipos de fraude:
La piramidación de captaciones de inversión, estafa tipo «Ponzi» debido a Charles Ponzi, nombre del primer caso mediático con una estafa bajo esta modalidad. El mas reciente caso icónico fue el de Bernard Madoff que ocasionó perjuicios de decenas de millones de dolares en Estados Unidos. Este tipo de fraude tiene su version criolla en Ecuador con en el caso del famoso Notario. Ambos casos, incluso el ecuatoriano han dado lugar a sendas películas.
La corrupción, o el fraude de sobornos, que deriva en imputaciones de crimen organizado y lavado de activos, con el uso de empresas constituidas en paraísos fiscales, en el ultimo tiempo ha sido muy mediatizado en América Latina, pues los casos de Petrobras, Fifagate y Odebrecht han puesto en la mira de la justicia a políticos de alto nivel, incluyendo Presidentes, Vicepresidentes y Ex-mandatarios, así como a muy conocidos dirigentes deportivos latinoamericanos. Seguimos viviendo el desenlace de estos hechos en cada país de la región.
El fraude financiero, ha tenido como casos iconicos a Enron y Worldcom, mega empresas en los Estados Unidos, cotizantes en las bolsas de valores, quienes a través de complejas estratagemas contables escondieron la realidad económica y cuando se declararon en quiebra, afectaron a miles de accionistas. El caso de Enron ocasionó un antes y un después en la industria de la contabilidad y los modelos de gobierno corporativo, pues a partir de la caida de Arthur Andersen, auditores de Enron, las regulaciones sobre la industria contable empezaron en Estados Unidos con la Ley Sarbanes Oxley, y hoy se han extendido globalmente.
En Ecuador un caso parecido puede ser la crisis bancaria de 1999, donde las auditorias tuvieron que ser repetidas por empresas internacionales, para volver a revisar la realidad financiera de cada una de las entidades financieras, de manera de determinar su viabilidad.
En una próxima entrega profundizaremos sobre las condiciones del fraude, la tipología de los perpetradores, las alertas y las medidas de prevención para combatir este flagelo global.
Circunstancias y condiciones que pueden propiciar el fraude
Segun investigaciones de los expertos, el fraude se da cuando tres circunstancias confluyen en mayor o menor medida en un momento determinado:
a) La necesidad del perpetrador, por ejemplo, una urgencia médica, el afán desmedido de prestigio o el ego, o simplemente la satisfacción de un vicio.
b) La razón autoatribuida. Es un razonamiento de autojustificación del comportamiento del perpetrador. Por ejemplo: todos lo hacen, y yo por que no?; me lo merezco por mi esfuerzo de años, si nadie reconoce mi esfuerzo, lo tomo por mi cuenta, no me tratan justamente, lo voy a devolver algún momento, etc.
c) La oportunidad clara. Son los controles laxos o inexistentes, la estructura corporativa y las políticas inapropiadas, el tono gerencial incorrecto.
En la práctica, muchas variables confluyen para propiciar estas condiciones. Veremos las mas importantes:
El sistema de control interno y la auditoría interna
En arca abierta, el justo peca, es una máxima de aterradora vigencia. El sistema de control interno, cuando es tal, disuade al infractor, evita oportunidades para el fraude y más que nada permite su rápida detección. Su ausencia es como dejar el auto con las “llaves y las puertas abiertas”, para que se lo lleve quien lo “necesite” y quien encuentre una “razón válida” para usarlo sin permiso.
Debemos entender el sistema de control interno en su integralidad y trascender el concepto pasado de tiempo, de controlar el efectivo o los inventarios. El control modernamente engloba el control del cumplimiento de los objetivos estratégicos empresariales. Hace más daño el impacto de un fraude de colusión de un vicepresidente de marketing con un competidor para salir de determinado mercado, lo cual pudiera ocasionar una afectación fatal en el valor intrínseco de la empresa, que un fraude en las cuentas bancarias por parte de un CFO, que puede ser detectado por el propio sistema de control. Por lo tanto, los mecanismos de control de gestión pueden ser mas necesarios, que las frecuentes y costosas revisiones a los flujos transaccionales que consumen el tiempo de las áreas de auditoría interna tradicionales.
La excesiva dependencia de los auditores internos de la administración y más que nada un escaso nivel de profesionalización del departamento de auditoría interna pueden contribuir a generar un débil ambiente donde el fraude relevante puede ser cometido. Uno de los errores de estas areas está en la falta de enfoque de su trabajo en los riesgos fundamentales del negocio. En vez de tener una actitud reactiva al robo de activos y a las revisiones de cumplimiento de políticas, mediante planes y programas preestablecidos que agregan poco valor, los auditores internos debieran estar en capacidad de interpretar el riesgo de fraude, especialmente de negocios y financiero y asegurarse, en conjunto con los auditores externos, de la razonabilidad del saldo contable y el cumplimiento de las políticas contables y los objetivos empresariales. Los marcos profesionales para la práctica provistos por el IAI Global lo establecen con claridad.
La Estructura organizacional y las políticas contables
La experiencia indica que sonados casos de fraude han ocurrido en complejas organizaciones donde las prácticas nocivas se diluyen o se esconden en medio de complicadas redes corporativas internacionales. Así, matrices intermedias sin motivos de negocio aparente, fideicomisos sobre fideicomisos y montones de compañías y divisiones generan el ambiente propicio o peor aún pueden haber sido creados ex profeso para el cometimiento de delitos financieros.
Las transacciones inusualmente complejas y con recorridos intrincados sea con terceros o no, constituyen alertas de un fraude potencial. Este mecanismo es usado para ocultar la situación financiera de la empresa a través de largos procesos de débitos y créditos aparentemente compensatorios o simplemente posibilitar el lavado de activos obtenidos ilegalmente.
El ambiente de negocios
Los investigadores de fraude visualizan que una de las motivaciones para el cometimiento de fraude son las ventas y/o las ganancias decrecientes. Nadie espera que en un negocio de altos márgenes y crecientes volúmenes, los administradores pretendan simular mayores rendimientos. Cuando la organización esta en problemas, las motivaciones aparecen para engañar a banqueros, accionistas y stakeholders con información financiera no real y obtener recursos financieros de manera fraudulenta.
El tono del CEO
El estilo gerencial o “tono de la administración” es otro de los factores, Se trata de altos ejecutivos que presionan a sus subalternos a generar utilidades aunque esas metas sean irracionales. El “tono” es observable en los planes internos, en la memoria y en las políticas de remuneración. Un estilo gerencial que no disuade el fraude, se refleja en excesiva agresividad en relación a las prácticas financieras, en la actitud del CEO frente a los controles, políticas y procedimientos, en la reacción del ejecutivo frente a los hallazgos detectados en las auditorías y la colaboración con estos procesos.
Labor de los organismos de Gobierno
La estructura del Directorio y del Comité de Auditoría es también un factor decisivo. Existen comités de auditoría con directores “comerciales” con limitado escepticismo. En nuestra experiencia en fraudes en empresas grandes en Ecuador, es notoria la falta de un directorio profesional con al menos un miembro con formación contable o de auditoría. De allí se deriva además el contenido de informes gerenciales y notas a los estados financieros que les son presentados. La divulgación confusa o incompleta de hechos en las notas es también una bandera roja, especialmente cuando las divulgaciones tratan sobre las debilidades de la Compañía y la manera de abordarlas. El interés personal de los directores y miembros del Comité, al ser remunerados por resultados, puede contribuir a que las evaluaciones a la gestión sean laxas y tolerantes.
La frecuencia de las evaluaciones
Un mecanismo usado por los auditores en la lucha contra el fraude es la comparación de indicadores y tendencias con la propia compañía en el pasado, con sus estimaciones futuras y con la industria o con competidores al día de hoy. Una compañía que presenta márgenes brutos inexplicablemente superiores a los normales en la industria o en la propia compañía sin razón aparente es ciertamente una bandera roja que llama la atención. En el mismo sentido el análisis de los estados financieros en una frecuencia solo anual o semestral solo da tiempo para que eventuales maquillajes sean perpetrados.
La auditoría externa independiente
Las normas internacionales de auditoría asignan al auditor externo responsabilidades al tratar las potenciales afectaciones en los estados financieros debidos al fraude. Los lineamientos son claros y una auditoría que se precie de cumplir con un estándar internacional debe dar respuesta ante los grupos de interés, acerca del fraude financiero que determine efectos importantes en los estados financieros y sus notas explicativas. Una auditoría de estándares de calidad reducida, que no planea sus pruebas con la óptica del negocio, puede no sospechar nunca el cometimiento de un fraude. Una auditoría que cuenta con una pobre actitud de servicio y que le dice a su cliente que no existen condiciones reportables en un sistema de control interno muy débilmente diagnosticado no se toma el tiempo de ver más allá de lo rutinario. Y finalmente aquella auditoría que solo visita a su Cliente al cierre del ejercicio, no sólo que por su ausencia, no disuade el cometimiento del fraude, sino que le da al infractor una peligrosísima herramienta de pseudo- legitimidad en el caso de que el caso llegue a la etapa de la mediación o litigación.
En la próxima edición, revisaremos las herramientas de prevención del fraude.